Contar la historia de pareja con compasión, marca la diferencia
Ps. Mabel Guillén. Mg. en terapia fliar. sistémica. Terapeuta de pareja

En toda relación de pareja, hay una historia compartida. Un relato que se construye a lo largo del tiempo, hecho de recuerdos, emociones, desafíos superados y momentos inolvidables. Pero lo que muchas veces no se considera, es la forma en que se relata dicha historia y cuánto influye esa narrativa en el estado actual del vínculo.
Algunas parejas, incluso después de atravesar momentos difíciles, continúan sintiéndose conectadas y fortalecidas. Otras, en cambio, se encuentran atrapadas en una visión negativa del pasado que alimenta la distancia, el resentimiento o el desgaste emocional. La diferencia no siempre está en lo que han vivido, sino en como recuerdan y en qué significado le han dado a esos recuerdos.
La memoria como sostén del amor
El Dr. John Gottman, investigador y terapeuta de parejas, ha demostrado que la manera en que una pareja recuerda su historia puede predecir con bastante exactitud su nivel de satisfacción actual. En sus estudios, observó que las parejas felices tienden a hablar de su historia con cariño, nostalgia, gratitud y admiración el uno por el otro. Incluso al relatar momentos difíciles, lo hacen desde una mirada compasiva, valorando lo que aprendieron, cómo se acompañaron o lo que lograron superar.

En cambio, en las parejas en crisis, la narrativa se tiñe de dolor, queja o desilusión. Lo que alguna vez fue motivo de orgullo o ternura ahora se recuerda con ironía o amargura. Las historias compartidas se fragmentan, y con ellas se debilita también la sensación de “nosotros”, ese sentido de identidad compartida tan fundamental en una relación estable y nutritiva.
Las historias que unen
En una pareja que se siente emocionalmente conectada, recordar el pasado es una forma de fortalecer el vínculo. Hablan de “cuando nos conocimos”, “cómo nos apoyamos cuando nació nuestro hijo”, “lo difícil que fue ese año, pero cómo logramos salir adelante”.
Ellos no están idealizando su historia: son conscientes de sus dificultades, pero eligen mirarlas desde el lente del crecimiento y la resiliencia. En su relato hay errores, sí, pero también aprendizaje. Hay desacuerdos, pero también reparación. Hay heridas, pero también cicatrices que hablan de amor que se sostuvo incluso en el dolor.
Esta narrativa compartida actúa como colchón emocional en tiempos de tensión. Cuando surgen los conflictos actuales, la pareja puede apoyarse en su memoria común para recordar que han superado otros desafíos y que, probablemente, podrán superar este también.
Las historias que alejan

Por otro lado, cuando una pareja se encuentra emocionalmente distante o desgastada, su relato del pasado suele estar cargado de reproche. Lo que antes fue admiración, hoy se convierte en crítica. Lo que en su momento fue un esfuerzo, hoy se recuerda como abandono. Las memorias felices son minimizadas o borradas, y en su lugar surgen relatos donde predomina el “yo sufrí más que tú” o el “tú siempre fuiste así”.
En estos casos, la historia compartida deja de ser un lugar seguro y se transforma en un campo de batalla. No hay una narrativa común, sino dos versiones opuestas que compiten por imponer su verdad. Esta desconexión narrativa puede ser tan profunda como cualquier otra herida relacional.
¿Cómo sanar la historia de amor?
El primer paso es reconocer cómo se habla de la historia como pareja. ¿Se centran más lo doloroso que lo valioso? ¿Se regresa a las anécdotas bonitas con ternura, o con sarcasmo? ¿Ya no se refieren a su historia compartida, ni usan palabras como “nosotros”, “juntos” o “como pareja”, sino como dos individuos separados? "¿Viven un presente frágil, sin historia que los alimente, ni bases que los fortalezcan?
A continuación algunas claves para comenzar a reconstruir un relato compartido más saludable:

1. Recuperar recuerdos positivos: Esto se logra reviviendo conversaciones sobre cómo se conocieron, qué los atrajo mutuamente, cuáles fueron sus primeras aventuras. Escuchar a la pareja recordar con ternura, puede abrir la puerta para reconectar emocionalmente.
2. Valorar lo superado: Hablando de los momentos difíciles, no desde la queja, sino desde la fuerza que tuvieron para atravesarlos. Reconocer que “no fue fácil, pero lo hicimos juntos” puede fortalecer la confianza mutua.
3. Nombrar los aprendizajes: En cada etapa hay algo que se aprendió, incluso si hubo dolor. Identificar esas enseñanzas ayuda a dar sentido al pasado.
4. Evitar la competencia de sufrimiento: El foco no es quién sufrió más, sino cómo se acompañaron (o no) en ese proceso. Escuchar al otro sin interrumpir con la propia versión puede ser un gesto reparador.
5. Construir nuevos recuerdos: No todo debe estar en el pasado. A veces, la mejor forma de reescribir la historia es generando nuevos capítulos desde la intención, el cuidado y la presencia.
Es vital recuperar esa narrativa que da sentido, que reconecta, que fortalece. Porque el amor no solo se vive hoy… también se recuerda. Y en ese recuerdo, muchas veces, se encuentra la clave para sanar y volverse a elegir.