Entre el ahora y el mañana: el dilema silencioso de decidir ser madre
Ps. Mabel Guillén
La decisión de desear o no, ser mamá, es uno de los procesos internos más profundos que atraviesa una mujer. A menudo, las narrativas giran en torno al temor de no encajar en las expectativas sociales o familiares, al miedo al juicio externo. Pero no siempre es así.

A veces, el verdadero nudo emocional no está afuera, sino adentro: ¿Qué pasa si hoy decido que no quiero ser mamá... y mañana me arrepiento cuando ya no pueda serlo? Este temor no tiene que ver con la presión externa, sino con la incertidumbre sobre la propia evolución interna. Actualmente, más mujeres se atreven a detenerse y preguntarse honestamente: ¿Realmente quiero ser mamá? Pero no siempre encuentran una respuesta clara.
Para algunas, esta pregunta no despierta rechazo ni certeza, sino una profunda ambivalencia. No se trata de una negación rotunda de la maternidad, ni tampoco del miedo al juicio social por no seguir el "camino esperado". El dilema más íntimo y doloroso es otro: ¿Qué pasa si ahora no quiero, pero más adelante, cuando ya no pueda, me arrepiento?
Esta inquietud suele ser silenciosa, vivida en soledad o en conversaciones muy privadas. No siempre encuentra comprensión en los círculos cercanos, donde abundan las frases hechas ("cuando seas más grande vas a querer", "ya te llegará el instinto", "después puede ser tarde..."). Pero este tipo de comentarios, aunque bien intencionados, rara vez logran abrazar la complejidad que vive quien sostiene esta duda genuina en su interior.
No todas las certezas son inmediatas

Parte del desafío es aceptar que, así como algunas mujeres sienten desde siempre el deseo de ser madres, otras no lo experimentan de forma tan clara. Esto no significa que haya algo "malo" en ellas. Cada historia de vida, cada herida, cada sueño personal, cada anhelo de libertad o de construcción de proyectos tiene un peso real en esta reflexión.
Decidir tener un hijo o no, es mucho más que decidir sobre un momento de la vida: implica imaginar un proyecto vital a largo plazo, reconocer las propias capacidades de entrega emocional, prever cómo ese rol se integraría en el tipo de vida que cada una desea construir. Es legítimo preguntarse:
¿Quiero vivir la experiencia de la maternidad o siento que debería quererla?
¿Podría encontrar plenitud en otros caminos?
¿Es este el momento adecuado para tomar una decisión tan profunda?
El tiempo como factor de presión

En esta reflexión entra un protagonista silencioso pero implacable: el tiempo biológico, que puede pasar desapercibido. A diferencia de otros sueños que pueden postergarse, la posibilidad biológica de ser madre está limitada. Y esa conciencia a veces genera miedo: miedo de cerrarse una puerta y que más tarde, cuando el deseo cambie, ya no haya vuelta atrás.
Dicho temor es legítimo. Temer no solo al arrepentimiento, sino también a cargar con una tristeza silenciosa en el futuro. Asusta la idea de querer ser mamá "cuando ya no se pueda", sin posibilidad de retroceder en el tiempo.
Desde esta perspectiva, la duda actual no es un capricho ni una falta de madurez, sino una expresión profunda de responsabilidad emocional: saber que la decisión tomada ahora, tendrá consecuencias irreversibles.
¿Y la pareja?
Esta inquietud no siempre se vive sola. Cuando hay una pareja, la conversación sobre la maternidad o la paternidad se vuelve aún más delicada. No siempre ambos están en el mismo lugar emocional respecto a este tema.

Es fundamental abrir espacios de diálogo sincero: compartir las dudas, los temores, los anhelos, sin presión, sin exigencias ni expectativas rígidas.
Construir juntos la posibilidad de un futuro, sea cual sea, implica respeto profundo por el proceso de cada uno. No se trata de ceder ni de imponer, sino de acompañarse amorosa y compasivamente en la complejidad de decidir.
La maternidad, si llega, debería ser elegida con el corazón pleno, no como una respuesta al miedo ni como una concesión al deber ser. Y si no llega, la vida sigue ofreciendo muchas de formas de cuidar, de crear legado y de construir sentido.
Elegir desde el amor, no desde el temor

No existe una fórmula correcta. No hay garantías de que hoy puedas prever exactamente tus sentimientos dentro de 10 o 20 años. Decidir no ser mamá, no significa que fallaste. Si decides serlo más adelante, buscarás la manera de hacerlo posible, desde tus circunstancias.
La verdadera libertad de decidir implica, entre otros aspectos:
- Confiar que, cualquiera sea el camino que tomes, podrás construir una vida valiosa, llena de amor, de vínculos auténticos y de sentido.
- Escucharte con honestidad, acompañarte con compasión, y saber que tus dudas no te invalidan como mujer, ni como ser humano.
- Si llegas a sentir tristeza en el futuro por la decisión que tomes hoy, también encontrarás formas de sanar y abrazar tu vida tal como es.